Antes de ser
demandado por plagio, creo necesario aclarar que algunas ideas, frases, y el
disparador que dio origen a esta discusión pertenecen a un artículo del escritor Mario
Bunge, incluído en su libro “100 Ideas”.
Sincerada la
conciencia, vamos entonces al análisis del tema que nos ocupa con un caso de ficción:
Pedro es ingeniero
industrial, con una vasta experiencia profesional, y varios emprendimientos
laborales.
Ha dirigido
proyectos, y fundado una empresa pyme, que hoy dirigen sus hijos.
Pedro también
cuenta con un espíritu emprendedor incansable.
Lúcido, activo,
inteligente, y con tiempo de sobra, Pedro identificó una muy buena oportunidad
de negocio, arrancado un nuevo proyecto con las complicaciones propias de
cualquier start-up.
El “problema” es
que Pedro tiene 73 años.
Y el comentario
recurrente de su familia repiquetea una y otra vez:
-
Papá, qué ganas de complicarte la vida. A tu edad, en
vez de disfrutar tu tiempo libre, y a tus nietos, te metés con nuevos
proyectos……
Ud, estimado lector, ¿Cuántos “Pedros” conoce?
¿Cuántos “Pedros”
más sería deseable que hubiera?
¿Existe una “vejez
profesional”, y una edad a partir de la cual Pedro debe resignar cualquier
iniciativa emprendedora?
Me interesa el tema
de la ancianidad porque voy camino a graduarme de viejo.
No puedo quejarme,
porque sigo haciendo todo lo que quiero.
Pero, al recibirme,
quisiera ser un viejo, activo, emprendedor, entusiasta, y transmitir mis
experiencias a quien desee escucharlas (o leerlas).
Estoy muy lejos de
sentarme a ver pasar la vida, sin nada para hacer.
Es usual ver gente
mayor en las plazas, apenas con algunos años más que yo, haciendo nada (pero
lejos del ocio creativo), o rememorando hazañas juveniles con seriedad
profesional. Seguramente muchos de ellos me sobrevivan, porque pasan el día al
aire libre, caminan, comen poco y sano, y no están sometidos a las tensiones de
la vida moderna.
Son ancianos por
elección.
Es posible que
muchos de estos jóvenes-viejos no cuenten con un oficio calificado, estén
marginados por la falta de trabajo o de inversión, o no sean más que víctimas
de muchos gobiernos que les inculcaron, con mucho de demagogia, que el trabajo
no es más que una carga.
Por eso es que en
muchos países se respeta más al que espera que alguien se haga cargo de él, que
al hombre afanoso que emprende nuevos proyectos y genera alguna actividad
productiva y económica.
Quiero insistir en
que no estoy en contra de quienes han dedicado una vida al trabajo y ahora
tienen un merecido descanso jubilatorio. Pero también están los otros, quienes
se declaran viejos aun antes de serlo, caminan despacio por temor al mundo,
rehúyen la novedad y la realidad, y emplean en recordar, todo el tiempo que
otros emplean en planificar.
No soy cruel.
Critico a los “viejos profesionales” porque no gozan con plenitud de la vida
que les queda, desarrollando alguna actividad que los gratifique.
Un capítulo aparte
le cabe a la sociedad, que no valora el conocimiento y la experiencia que
muchos tienen para aportar.
En el mundo
empresario usualmente se pone a los mayores en programas de gestión del
conocimiento, a coordinar equipos de trabajo, o se los aplica al desarrollo de
jóvenes profesionales. O, si tuvieron cargos gerenciales, funcionan como
“advisors” de los nuevos gerentes.
Como ejemplo, aquí van algunos logros alcanzados por personas "mayores":
* Sanders creó Kentucky Fried Chicken cuanto tenía más de 60 años.
* El director portugués Manoel de Oliveira se dedicó de lleno a ser productor cinematográfico a los 73 años.
* Mary Wesley escribió dos libros infantiles cuando tenía cerca de 60 años, pero no cobró notoriedad como escritora hasta que escribió su primera novela a los 70 años.
* A la edad de 76 años, el montañista Min Bahadur Shercan coronó la cumbre del Everest.
* Eamon de Valera fue presidente de Irlanda a los 91 años.
* A los 80 años, George Burns ganó un Óscar por su actuación en La pareja chiflada. Jessica Tandy ganó otro por su actuación en Paseando a Miss Daisy a los 81 años y siguió representando papeles protagónicos hasta los 85.
* Albert Schweitzer dirigía un hospital en África con 89 años.
* Arthur Rubinstein dio uno de sus mejores recitales en el Carnegie Hall de Nueva York a los 89 años.
* Coco Chanel dirigió una empresa de modas con 85 años.
* A los 82 años, Sir Winston Churchill escribió Historia de los pueblos de habla inglesa.
Envejecer es un
derecho, pero evitar la vejez profesional es un deber.
Hasta la próxima entrega.